martes, junio 06, 2006

Alán García, el “mal menor” de Perú

06/06/2006 20:00
Sin dudad, el reto más grande del ex-Presidente peruano, en su segunda oportunidad, será superar los recelos que genera su desastroso pasado, ya que su triunfo ha sido calificado como un “mal menor” en comparación con el del excomandante Humala.



“Somos un partido que ha aprendido de sus errores. Tengo un compromiso histórico con Víctor Raúl Haya de la Torre (el fallecido líder del APRA), yo no les fallaré. No puede tropezar por segunda vez”. Los errores y la victoria de García.

Alán García cuando estaba por cumplir 36 años fue elegido y se convirtió en el presidente más joven de Latinoamérica en 1985; logró llevar al Partido Aprista a la presidencia de Perú luego que ese partido político luchara más de medio siglo para lograrlo.

“Tener 35 y llevar al triunfo a un partido con 55 años sin gobernar es como atravesar el Mar Rojo. Me sentí tocado por el destino”, dijo recientemente García, quien entonces gozaba del 90% de popularidad.

Su gestión económica terminó ahuyentando a los inversionistas foráneos y convirtiendo a Perú en un paria internacional, cuando limitó los pagos de la deuda externa. Al término de su mandato la inflación anual era de 7,000% “un record mundial”, las reservas internacionales eran de -105 millones de dólares, y las remuneraciones reales se desplomaron a menos de la mitad.

Además, enfrentó acusaciones de corrupción por haber recibido “recompensas” del consorcio italiano Tralima para la construcción del tren eléctrico de Lima.

García fue perseguido por su sucesor Alberto Fujimori, luego que éste clausurara el congreso en 1992, y salió del país en medio de acusaciones de corrupción y violaciones a los derechos humanos. Los cargos de corrupción prescribieron durante su autoexilio de nueve años en Colombia y Francia, mientras que los de derechos humanos fueron archivados por no encontrarse indicios de culpabilidad.

Sin embargo, García retornó a Perú en el 2001 para participar en las elecciones presidenciales de ese año y que perdió ante Alejandro Toledo.

Y no fue, hasta el pasado 4 de junio que Alan García, aparentemente más maduro a sus 57 años, ha vuelto a la presidencia peruana tras ganar por más de nueve puntos en la segunda vuelta a su rival Ollanta Humala, el nacionalista y exmilitar, que en su momento, encabezó una frustrada rebelión contra Fujimori.

De acuerdo al reporte oficial de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE), con 77% de las actas escrutadas, García ganó la jornada electoral con el 55.4% de los votos, mientras Humala obtuvo 44.5% de sufragios. Las promesas y los retos.

Con el objetivo de convertir a Perú en una “nación piloto” del Pacífico sur, incluso por encima de Chile, García se comprometió a realizar una conducción eficiente de la política exterior del país andino.

En su gobierno, aseguró García, se atenderán las demandas de la ciudadanía y asegurará su participación en la formulación y fiscalización de las políticas públicas, así como en la regulación de los servicios públicos en los tres poderes del Estado.

Pero, sin duda, su reto más grande será superar los recelos que genera su desastroso pasado, ya que el triunfo de García ha sido calificado como un “mal menor” en comparación con el del excomandante Humala.

Así, en su segunda oportunidad, García tendrá que cumplir con lo que prometió en campaña: prudente gestión fiscal, atracción de la inversión extranjera, bajar los actuales índices de pobreza (51.6%), luchar contra la inseguridad y consolidar la economía nacional.

García, quien recibirá el 28 de julio próximo la banda presidencial de manos del mandatario saliente Alejandro Toledo, señaló que su gobierno de cinco años traerá “un cambio radical” para el país sudamericano.